Introducción
Hoy me costó levantarme. No tenía ganas de nada, y por un momento pensé en quedarme en la cama. Pero algo dentro mío —esa vocecita que insiste aunque estés en el fondo— me dijo: levantate, aunque sea despacio. Y eso hice. Esta es una historia real sobre cómo una rutina simple, un poco de café y un video de Yokoi Kenji me ayudaron a reconectar con mi propósito.
Desarrollo
Mientras calentaba el agua en el calefón, preparé mi café y puse un video de Yokoi Kenji en YouTube. No buscaba motivación, solo algo que me hiciera compañía. Pero terminé riéndome. Y esa risa, inesperada, fue como un remedio para el alma.
En el video, Yokoi hablaba de cómo incluso tareas simples como fregar la loza pueden ser parte del éxito. Que no se trata de grandes logros, sino de hacer lo que toca, aunque no tengas ganas. Esa frase me quedó resonando. Porque justo ayer había dejado el fregadero listo para hoy. Y sí, me levanté sin ganas, pero igual lo hice. Preparé el entorno, me nutrí con algo positivo, y ahora estoy acá, escribiendo esto.
Reflexión
Muchas veces buscamos motivación diaria en frases bonitas o en metas lejanas. Pero la verdadera motivación está en lo simple: en prender el calefón, en fregar la loza, en elegir un contenido que te haga bien. Superar la pereza no siempre es épico. A veces es silencioso, cotidiano, y profundamente valiente.
Cierre
Si estás pasando por un día difícil, te invito a probar esto: hacé una cosa. Una sola. Algo pequeño. Y si podés, acompañalo con un video que te inspire. A mí me funcionó Yokoi Kenji, pero puede ser lo que a vos te conecte. Porque cada paso cuenta. Y porque tu rutina también puede tener propósito.